Hoy, mientras celebramos los 118 años de San Pedro como ciudad, no solo festejamos lo que somos… también recordamos lo que fuimos.
Recordamos al ferrocarril Depietri, con sus vías que cruzaban los campos y llegaban al puerto. Hoy, sólo quedan trazas, historias y alguna fotografía descolorida que se resiste al olvido.
Recordamos esas fachadas antiguas del centro, con molduras coloniales, ventanales altos y veredas adoquinadas. Muchas ya no están, reemplazadas por la modernidad, pero siguen vivas en la memoria de los que caminaban esas calles con la bici al costado y un sánguche en la mano.
Recordamos Colonia Veláz, ese pueblito rural que se fue apagando de a poco, hasta quedar en silencio. Como tantos parajes que fueron parte del alma del partido.
San Pedro no nació un día. Se fue formando entre el río, la barranca, los conventos, los barcos y los sueños. Desde aquel 26 de agosto de 1748, cuando los franciscanos fundaron el primer convento, esta tierra empezó a tomar forma como pueblo.
Pasaron siglos de trabajo, inmigración, campo, ferrocarril y progreso. Hasta que finalmente, un 25 de julio de 1907, la Legislatura bonaerense le otorgó a San Pedro el título de ciudad. Ese reconocimiento no sólo formalizó lo que ya se sentía en el corazón de su gente: que San Pedro era un lugar con historia, identidad y futuro.
Hoy, con 118 años como ciudad, seguimos construyendo ese legado. Desde los parajes rurales hasta el centro urbano, desde los pioneros hasta los más chicos que juegan en la plaza, San Pedro vive en cada historia compartida, en cada rincón que atesoramos, en cada cosa que ya no está pero recordamos.