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¿Dónde quedaron las ideas, el respeto y los valores?
Qué pobre está nuestro país de ideas.
Qué vacío está de respeto.
¿Dónde quedaron los valores? ¿Dónde quedó eso de dar el ejemplo?

¿Desde cuándo nos acostumbramos al «vale todo», al «a todo o nada», como si la política fuera un ring y nosotros, los de abajo, meros espectadores que tenemos que pagar la entrada… y las consecuencias?

¿Y nosotros? ¿Los que estamos en el medio?
Los que laburamos todos los días para llevar el pan a la mesa, para sostener con esfuerzo la vida, el país, y —no menos importante— para pagarle el sueldo a ustedes, los políticos.

Porque sí, se lo olvidan.
Y lo más triste: se olvidan según convenga. Depende el momento, depende el cargo, depende quién esté de turno. Así, un día se matan, al otro día se abrazan. Un día destrozan al otro con palabras, al otro día se sacan una foto con sonrisa forzada «por el bien común».

Ahora resulta que todos se juntan por una «buena causa», cuando durante años se dedicaron a gritarse barbaridades, a despreciarse públicamente, a acusarse de ladrones, ñoquis, corruptos, vagos, incapaces.

Pero ahora… ahora todos son uno.
¿Para qué? ¿Para el pueblo? No.
Para seguir en el poder. O para que, si no siguen ellos, siga alguien funcional al mismo juego.

Y nosotros… otra vez en el medio.
Con la obligación de elegir entre una montaña de mierda acumulada, entre promesas recicladas, alianzas impostadas y discursos armados para que suene lindo mientras el país sigue

Pero San Pedro resiste.
Con sus vecinos solidarios, sus trabajadores que no bajan los brazos, sus jóvenes que aún creen que vale la pena soñar, emprender y quedarse. Con comercios que abren pese a todo, con vecinos que ayudan al de al lado sin cámaras ni campañas, con familias que educan con esfuerzo

Una ciudad que se reinventa cada vez que la decepcionan. Que se organiza, que discute, que reclama.

Que no olvida quién le da la espalda y que sabe bien quién se ensucia los pies para estar del lado de la gente.

Mientras ellos juegan al poder, acá seguimos de pie. Porque en San Pedro, los valores no se deben negociar.