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Hoy se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, un trastorno emocional que en Argentina afecta a una de cada cuatro personas y a más de 300 millones de personas en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

La depresión, también conocida como «la epidemia silenciosa», es considerada como la primera causa mundial de discapacidad, con alta incidencia en la tasa de mortalidad.

Afecta a personas de todas las edades, situaciones económicas y sociales y se caracteriza por presentar sentimientos de tristeza permanente, desmotivación, pérdida de interés general, problemas para dormir, cansancio, falta de apetito o alteración de la conducta alimentaria, entre otros síntomas.

Los síntomas característicos de la depresión pueden ser:

– Tristeza persistente.

– Sensación de ansiedad.

– Sensación de un «vacío».

– Sentimientos de desesperanza o pesimismo.

– Irritabilidad, frustración o intranquilidad.

– Pérdida de interés o placer en las actividades y los pasatiempos recurrentes.

– Disminución de energía.

– Dificultad para concentrarse.

– Pérdida de memoria.

– Alteración del sueño.

– Cambios en el apetito.

– Dolores y molestias, dolor de cabeza, calambres o problemas digestivos.

– Intentos de suicidio o pensamientos sobre la muerte o el suicidio.

La OMS señala que existen diferentes tipos de depresión y que los mismos pueden ser tratados por terapias, tratamientos y acompañamiento psicológico específicos.

¿Existen distintos tipos de depresión?
Sí, los distintos cuadros de depresión se distinguen en base a su duración y evolución y pueden clasificarse según la siguiente tipología:

Trastorno depresivo grave o mayor: es el más prolongado en le tiempo y con posibilidad de episodios repetitivos. Suele afectar incluso las actividades diarias más básicas como comer, dormir o concentrarse. Para este tipo de cuadros, es necesario tratamiento farmacológico y terapia psicológica.
Trastorno depresivo persistente o distimia: se trata de un cuadro más moderado que incluye desinterés, cambios en el sueño, baja autoestima, desesperanza, inapetencia, falta de energía y baja capacidad de concentración. Para tratarlo, los médicos suelen recetar medicamentos y terapia conversacional.
Depresión postparto: es aquella que se diagnostica durante el primer mes siguiente al nacimiento de un niño. Se caracteriza por insomnio, irritabilidad, desapego con el bebé y pérdida de apetito. En estos casos, además de medicamentos como antidepresivos y asistencia psicológica, también se utiliza terapia hormonal.
Trastorno afectivo estacional: suele darse durante el invierno o en aquellos momentos de menor exposición a la luz solar y se suele manifestar bajo sentimientos de desesperanza y retraimiento social. Para abordarlo, se requiere de fototerapia, medicamentos y terapia conversacional.
Depresión psicótica: este cuadro está acompañado por alucinaciones o episodios psicóticos que se suman a la sensación de desesperanza, inutilidad, culpa o fatiga constante. Quien la padece también puede estar muy irritable y preferir aislarse socialmente. Para atenderlo, se recurre a un tratamiento farmacológico y terapias psicológicas.
Enfermedad maniaco depresiva o trastorno bipolar: se trata de un cuadro permanente que se traduce en cambios cíclicos del estado de ánimo con picos de manía y depresión. Aquellas personas que lo padecen deben tomar medicamentos estabilizantes del humor, antipsicóticos, antidepresivos ─todos recetados por un médico especializado─ y asistir a psicoterapia.
¿Se puede superar la depresión?
Sí. La depresión es un cuadro que puede tratarse con orientación médica especializada y apoyo del círculo afectivo hacia la persona que la padece. Por ello, la recomendación principal siempre es acudir al personal de salud correspondiente, pero aquí te dejamos algunos consejos adicionales y complementarios:

Informate y busca asistencia de diversa índole: ya sea médica, terapéutica, afectiva o religiosa.
Seguí todas las indicaciones médicas y terapéuticas una vez en tratamiento.
Adoptá hábitos de vida saludables: desde una alimentación balanceada y una rutina de ejercicio hasta abandonar el consumo de bebidas alcohólicas o estupefacientes, todo ayuda.
Aceptar el trastorno y ser consciente de que se trata de un estado temporal sujeto a tratamiento. Se recomienda concentrarse en el presente y buscar junto a su médico las estrategias adecuadas para superarla.
Intentar mantener una actitud firma ante dificultades y contratiempos y evaluar de la manera más objetiva posible las situaciones que se le presenten.
Participar de grupos de apoyo o actividades en grupo tanto deportivas o recreativas como terapéuticas.