El proyecto, impulsado por la Asociación de Amigos del Centro de Estudios Históricos de San Pedro, cuenta con la participación del INTA, Conciencia Ecológica, la Municipalidad de San Pedro, la Cámara de Viveristas, asesores técnicos de empresas locales, guías turísticos y vecinos comprometidos.
A través de esta propuesta, se busca rescatar el valor cultural, histórico y natural de los naranjos amargos, que no sólo embellecen las calles sino que forman parte de la identidad local desde hace casi un siglo.
Durante la jornada: una breve caminata, charla entre vecinos, muestra y degustación de productos elaborados con los frutos de los propios árboles: mermeladas, dulces y licores artesanales que evocan la historia viva de San Pedro.
Una herencia que nació en las veredas
La memoria de estos árboles se remonta a 1939, cuando un grupo de alumnos y maestras plantó los primeros ejemplares en las veredas recién pavimentadas.
En un texto de 2013 titulado “Viejos Amigos”, Julia McInerny recordaba con emoción aquel gesto que sembró belleza y pertenencia:
“Los naranjos de nuestras calles, fuertes en su vejez venerable… fueron plantados por niños que aprendieron el valor de cuidar la naturaleza con sus propias manos. Desde entonces, nos regalan cada primavera su perfume y cada invierno su oro en frutos.”
Aquella descripción sigue vigente: los naranjos amargos resisten el paso del tiempo, los cambios urbanos y las modas, manteniendo viva una lección de vida y amor por el entorno.
Patrimonio verde, identidad sampedrina
El Proyecto Patrimonio Verde no sólo apunta a la conservación ambiental, sino también a la educación y la sensibilización ciudadana.
Los nuevos QR permiten acceder a información sobre su historia, su valor ecológico y su vínculo con la comunidad, transformando un simple paseo por las calles en una experiencia de aprendizaje y memoria.
“Cada naranjo cuenta una historia”, destacaron los organizadores, invitando a seguir cuidando este patrimonio natural que une generaciones y perfuma la identidad de San Pedro.